La semana pasada tuve la oportunidad de realizar dos veces una de las cosas que más disfruto en la vida: ir al teatro y lo más rico de todo fue que pude ver dos propuestas completamente diferentes pero ambas de gran calidad.
La primer obra que vi fue "No se si cortarme las venas o dejármelas largas" que es una comedia muy divertida estilo "Sexo, pudor y lágrimas" (aclaro, estoy escribiendo estilo y no igual a, para que no piensen que van a ver la película al teatro) que aborda los diferentes tipos de crisis existencial a los que se engrentan 5 jóvenes en sus últimos años de los 20 y sus primeros 30.
Ésta es una obra que tiene una marcada intención comercial,gracias a un elenco conformado por actores de telenovelas pero que resultan tan convincentes que se te olvida que vienen de la televisión y uno podría jurar que todos se formaron en teatro. Especialmente me sorprendió el desempeño de las hermanitas Vega, de quienes no conocía nada de su trabajo y de las que sólo sabía por los chismes de las revistas, pero bueno, teniendo como padre al gran actor Gonzalo Vega, era lógico que tanto Zuria como Marimar estuvieran excelentes. Y bueno el resto del elenco también está impecable. Especialmente me gustó la actuación actuación de Luis Gerardo Méndez, quien con esta obra y su participación en XY deja claro que es un actor versátil al que hay que tener en la mira.
La puesta en escena cuenta con un guión como pocos en el teatro de comedia mexicano: es una historia con la cual uno se puede identificar fácilmente, es inteligente y no recurre a las artimañas de la comedia barata como caídas, golpes y el albur para hacer reír al público, pero considero que la principal virtud de este guión es lograr que el público no sólo se divierta sino que reflexione con la historia que plantea.
La otra obra que fui a ver se llama "La Cocina" y es el examen que presentan los alumnos del Centro Universitario de Teatro para graduarse y no tiene nada que ver con "No se si cortarme las venas...", es un teatro muy diferente, empezando porque es teatro estudiantil, el escenario no es el convencional y la interacción con el público es mucho más directa.
La obra es una adaptación libre de la obra homónima del dramaturgo inglés Arnold Wesker, en la que a través de ver lo que sucede en un día dentro de la cocina de un restaurante en Nueva York se hace una analogía de cómo en el mundo nunca se cuenta con el tiempo suficiente para conocer a las personas con las que convivimos y cómo nuestro contacto con éstas está limitado por lo que permiten los espacios de trabajo.
Es una obra que destaca por su gran producción escenográfica, la inteligencia y el manejo de emociones por parte del guión, la impecable dirección, y por supuesto, por la destacada interpretación de cada uno de los actores que participan en la puesta en escena. Es impresionante el manejo gestual que tiene los actores para crear personajes muy particulares y realistas. El cuidado de los detalles en cada momento, aún cuando su personaje no participa activamente en la escena. El nivel de coordinación que se logra cuando los 17 actores están en escena y realizan "acrobacias" con los elementos de la cocina. Pero sobre todo, es impresionante la manera en que desde el momento en que tocan el escenario logran conectar con el público y la forma en que mueven sus emociones. Lo que habla de un gran trabajo en equipo por parte de todo el equipo que realiza este montaje.
Después de haber visto estas obras de teatro y ver los recintos donde se presentan a reventar, me di cuenta de que en México sí vamos al teatro, pero sólo al buen teatro. En verdad, si tienen la oportunidad de ver estas obras no lo duden, porque éste es el talento mexicano que vale la pena apoyar y las dos obras están por terminar sus temporadas. Además de que pocas cosas son tan impresionantes como ver a un actor en vivo realizar su trabajo.
Saludos,
A.
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